viernes, 4 de febrero de 2011

VIAJANDO EN BARCO POR EL CHAPARE BOLIVIANO


Me desperté en Villa Turani escuchando el sonido de la lluvia que golpeaba los techos del alojamiento en el que me había instalado. Ver al cielo derramar vida sobre la tierra, hace a uno sentir lo mágico que tiene este mundo, su perfección. El agua es vida. La Pacha la necesita, todos necesitamos de ella. Que será de nosotros los humanos que no tomamos conciencia de nuestra autodestrucción. Cuando aprenderemos a no tirar botellas, papeles, cigarrillos cotidianamente en la calle o del automóvil o a llamar la atención a los transeúntes y conductores del daño que nos estamos haciendo.
El buen tiempo de la lluvia, me ayudó a ponerme en sintonía conmigo mismo. Un buen mate, iba a acompañar una mañana en la que me dediqué a tocar el siku y la tarka, tratando de encontrarme con quien vine a buscar. Iba tocando y pensando que ganas de tocar en un conjunto de sikuris de Bolivia o Perú, que ganas de regresar a Baires a compartir este saber que nos regalaron los pueblos originarios con los Wayra Qhantati. Mientras tocaba me decidía más y más a emprender un tramo del viaje por América Latina en barco. Para ello debía trasladarme a Ibirgazama y de ahí tomarme un taxi a Puerto Villaruel.
La lluvia terminaba de caer a media mañana y eran momentos de decisión de a dónde partir. Con algunas dudas, me reafirme sobre mis objetivos de viaje. Entre ellos atreverme a lo desconocido, desafiarme a mi mismo y confiar en mi instinto. Fue entonces, que armé la mochila y emprendí  viaje a dedo hasta Ibirgazama. Ya en la ciudad, compré  unas abarcas que me están acompañando en el viaje, dejando huellas en mi caminar. Estas sandalias son hechas con caucho, con gomas de vehículos. Luego de cambiarme el calzado, tomé taxi para el Puerto Villaroel.
Puerto Villaroel es una pequeña población que se encuentra sobre el río Ichilo. En la misma se encuentra una Capitanía de la Armada Boliviana donde consulté cómo es el viaje en barco a Trinidad. No tuve respuesta alguna, ya que el superior no se encontraba y ya era de tardecita.
Me puse a recorrer las tres o cuatro manzanas del pueblo, y en un ir y venir, me hicieron llamar. Era el capitán del barco Boljito. Me preguntó qué andaba haciendo y le conté mi intención de viajar en barco río arriba hasta la ciudad de Trinidad. Me contó que él estaba dispuesto a llevarme y que partiría el miércoles a primera hora. Tenía que cargar gasolina para llevarla más allá de Trinidad en la frontera con Brasil. Era el único barco que estaba por zarpar en la semana por lo que había que esperar tres noches para salir. ¿Dónde estaba el apuro?
En Villaroel me acomodé en el Alojamiento Sucre por 20 bolivianos. No había nada que destacar del mismo, nada más que su dura cama.
Mientras me disponía a dormir, leyendo a Gioconda Belli, escuché desde mi habitación la voz de una pareja de españoles, perdón quiero decir de catalanes. Pues así ellos respondían si les preguntaban de dónde eran. Salí de la habitación al encuentro de Joan y Anita y fuimos a compartir una cerveza bien entrada la noche en el único bar dónde aún había una luz prendida.
Encontramos que teníamos la misma intención y que al día siguiente íbamos a negociar el valor del traslado de Puerto Villaroel a Trinidad.
Fue así que al otro día fuimos a buscar a Fredy Mendez, el capitán del Boljito. No podía atendernos, ya estaba con el tema de la carga de la gasolina. Arreglamos para encontrarnos a la tardecita.
Mientras esperábamos que el día trascurra hicimos una pequeña excursión en una barca precaria de tres horas de duración, con la intención de ver una zona donde había búfalos y con suerte quizás avistábamos a delfines de agua dulce. Nada de eso vimos en el trayecto. De todos modos, encontramos una excelente vista que se ponía sobre el poniente viendo el atardecer.




Ya de noche regresamos y fuimos en busca del capitán. Lo encontramos e invitamos a sentarnos y tomar una cerveza. No teníamos idea de cuánto podía llegar a salir, sólo atinamos a calcularle cuánto nos podía salir por día un alojamiento, dos comidas y un desayuno y un traslado. Comenzó la negociación con 250 bolivianos. Algo que no estábamos dispuestos a pagar. No habíamos pensado previamente la estrategia, pero la mirada cómplice hacía que entre los tres tratáramos de ver la mejor posibilidad. Fueron 250, replicando con 150, más un 220, más nos plantamos en 150, entonces dijo: “bueno 150, pero sin comidas”. No nos convenció la propuesta y pudimos cerrar trato por 200, brindando los cuatro y deseando que el clima ayude para poder salir. El precio incluyó cuatro noches y tres días con desayuno, almuerzo y cena. Dormir  “arréglense como puedan”.
Finalmente, se acercaba el día de partida y como arrancábamos temprano fuimos a dormir al barco. Contaba para ello con una hamaca paraguaya y con un mosquitero que compré en el pueblo, algo imprescindible para el viaje.
Zarpamos el miércoles de mañana junto a la tripulación compuesta por el capitán, dos timoneles, dos encargados de los motores, la cocinera, y esposa, novias  y amantes de los tripulantes. La esposa era la del capitán, se comentaba que de puerto en puerto este se gastaba la plata en mujeres de una sóla noche.


Fueron días de mucha paz, de lectura rabiante e intensa, de mates dulces y armonioso sonido del agua que golpeaba al barco junto a música de fondo de la Patria Grande. Fueron noches que empezaban muy temprano pero que se estiraban boleando hoja de coca y mirando las estrellas, para luego colgar la hamaca, el mosquitero y esperar que los mosquitos no me acechen.






Todos los días desayunábamos a las 6 de la mañana, almorzábamos a las 12 y cenábamos a las 17 horas. Nos costó acostumbrarnos, pero era las reglas arriba del barco.
El día antes de llegar decidimos con Joan y Anita hacer unas tortillas a la española con una rica ensalada multicolor. Fue parte del trato con Fredy cocinarles. Por lo que llevábamos todo los materiales para la tortilla: huevos varios, papa y cebolla. Lo que no sabíamos era si iba a alcanzar para todas las personas a bordo. Salimos triunfantes de la comida, habiendo satisfecho el apetito de los tripulantes. Para celebrar descorchamos un vino tinto que llevábamos. Los tripulantes estaban locos de contento por tomar, tal es así que sacaron otro vino para acompañar la pos comida.
Un día a bordo del barco, a media tarde, subí a la cabina donde el timonel marcaba el rumbo del barco sobre las aguas del Rio Ichilo, y me disponía a disfrutar de un mate eligiendo como música de fondo a los Chalchaleros. Era el último concierto que habían realizado en Salta. La Argentinidad me salió por los poros y entre cebar y cebar mi cantar se hacía testigo de los tripulantes. Que desgracia dirán algunos, pero lo hacía con tanto amor, con tanta añoranza, que se dejaba sentir en mi cantar el cariño enorme que tengo por este pedacito de tierra al sur del Rio Bravo.
Fueron días muy intensos, que disfrutaba día a día. No importaba que los mosquitos me mataran a mordiscasos. Era algo que deseaba hacer, que me ensancho la libertad sin condicionamientos que le pongan cadenas.
El día sábado de madruga llegamos a Trinidad. Llegamos a una ciudad que siendo cabeza de departamento, no hablaba mucho por si sola. No habiendo mucho que recorrer y no sintiéndonos cómodos con el lugar, sacamos pasaje para el día siguiente.
En Trini estuve en el hotel Paulista por 30 bolivianos, no habiendo otros alojamientos más baratos. Fue un día para recomponernos, ducharnos, descansar en una cama y comer algo un poquito más variado de lo que fue el viaje.
Al otro día partimos rumbo a Runerrabaque a la Fiesta de la Candelaria, pero el sólo viaje merece una entrada. Tardamos más de 40 horas de viaje. Imagínense. Ya pronto escribiré y colgaré fotos…

6 comentarios:

  1. Mi querido amigo, yo trabajé en Puerto Villarroel en la Escuela Avaroa en 2003, fui profe del gabinete de computación... como parte de mi experiencia del viaje hacia reencontrarme conmigo mismo... que bueno que recorriste esas calles y esa gente!!! mucha suerte en todo el camino que te falta por recorrer

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  2. Grande MONO!... Genial que se te haya dado por escribir y compartir!... Esperamos más anécdotas y fotos che!... Te mando abrazo y siga compartiendo!... Víctor

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  3. Wency espero ansioso tus cartas. Están excelentes!!!!!!
    Te mandamos un fuerte abrazo INE y yo. Cuidate mucho!!!

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  4. Ola ola, que buen historia!
    Pensamos ir para Villarroel tambien.
    Sabes si hay un barco cada miércoles?
    Saludos!
    Stephan (de Belgica)

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  5. HOLA!!!
    MUY INTERESANTE Y PRÁCTICO PARA MI SIGUIENTE VIAJE A BOLIVIA, MUCHAS GRACIAS.

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  6. Nesecito algún nieto de teléfono de algún capitán de barco de puerto villa Ruel xfa gracias

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